¿Quién teme al lobo de la inflación?
El lobo de la inflación campa a sus anchas por Wall Street. Los gobiernos de todo el mundo inyectaron enormes cantidades de fondos de emergencia en sus respectivas economías para contrarrestar la devastación causada por la pandemia. Solo hay un problema: casi nada de ese dinero ha llegado a la economía real. Pero cuando lo haga, la tasa de inflación podría acelerarse.
Por supuesto, las consecuencias para los mercados de renta variable serían notables. Durante el periodo inflacionista de la década de 1970, los múltiplos se contrajeron, las tasas nominales subieron y la brecha de rendimiento entre los que tenían (empresas que podían protegerse contra la inflación) y los que no tenían creció.
Cuando el pico de la inflación superó el 3000 % anual, yo mismo presencié en Brasil la miseria que trae consigo esa situación. No obstante, no presto mucha atención a los profetas que vaticinan el fin del mundo por culpa de la inflación. No me sorprendería nada que a finales de año algunos de ellos griten que ahora viene el lobo de la deflación.
En Wall Street algunos están recomendando que los inversionistas se concentren en las acciones cíclicas. En cierto modo, esto tiene sentido: los bancos ganan más dinero haciendo préstamos con intereses más altos y lo mismo les ocurre a las empresas energéticas cuando sube el precio del crudo. A corto plazo, la inflación será un factor favorable para las empresas cíclicas, y estamos de acuerdo en que las llamadas operaciones reflacionistas aún pueden dar alguna alegría a quienes crean que pueden leer el mercado.
Sin embargo, creo que, a largo plazo, las operaciones reflacionistas no son más que un reflejo involuntario. A fin de cuentas, lo que importa para la apreciación de los valores es el crecimiento real de los beneficios, no el nominal.
La calidad es la panacea
En un escenario de inflación alta, lo mínimo que pueden hacer los inversionistas es mirar hacia empresas que puedan protegerse contra ella. Y aún mejor invertir en empresas que puedan prosperar con inflación, las que exhiben una o más de las siguientes características:
- un producto o servicio único en el que confíen los clientes o para el que no se pueda encontrar una versión más barata,
- ingresos vinculados a la inflación y
- liderazgo de escala y de mercado para influir en los precios. Con inflación o sin ella, esas son las empresas en las que creemos que deben enfocarse los inversionistas.
Por lo general hay que tener mucho cuidado con las decisiones de inversión a largo plazo basadas en las noticias de última hora. Sabemos lo difícil que es remar a contracorriente. Ahora la inflación acapara los titulares, pero los ciclos siempre van y vienen, al igual que los alarmistas. Orientar las tácticas hacia valores cíclicos de baja calidad puede funcionar un tiempo, pero, al final, el precio de las acciones suele ir de la mano de los beneficios, por lo que pensamos que una cartera de acciones de crecimiento de buena calidad puede multiplicar las probabilidades a su favor.
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